Escuchar una y otra vez la misma canción mientras escribes una gran historia en tus pensamientos recordando lo que ha ocurrido y analizando los pequeños detalles de lo que debías haber hecho y lo que no.
Suena el estribillo de la canción y empiezas a tararear en tu cabeza, caen lágrimas, golpeas la pared, te mueres de rabia, te preguntas que haces, tus lágrimas caen con más fuerza, sientes como unos ligeros escalofríos te recorren el cuerpo mientras termina la canción.
Termina la canción y buscas otra nueva melodía, esta vez será más lenta que la anterior, reflexionas, analizas, piensas.. y te das cuenta que no vale la pena seguir derramando lágrimas, dejando tu valiosa sonrisa atrás.
Respiras hondo, coges gran cantidad de aire y cambias a una canción más eficaz, una canción que te hace sonreír, empiezas a cantar y empiezas a dejarte llevar por el ritmo, dejando atrás esos insignificantes sentimientos.
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